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Fuente: Khalid Albaih / Flickr https://www.flickr.com/photos/khalidalbaih/4329043791

TERRORISMO, COMUNICACIÓN Y UN DILEMA ÉTICO

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Luego de los atentados del 2002, los medios de comunicación comenzaron a dar mayor cobertura a la llamada “lucha contra el terrorismo”, término acuñado en su momento por el gobierno norteamericano para combatir a las milicias árabes en Medio Oriente.

Y es que la llamada sociedad de la información viene creando un ambiente informativo cada vez más interconectado. Esto ha hecho que las audiencias se preocupen por lo glocal y demanden contenidos diversos que cobijen culturas, costumbres y acontecimientos lejanos a su entorno común, pero que sirven para ayudar a definir sus propias creencias sobre una idea determinada.

No obstante, para David Rapoport, en La moral del terrorismo, este concepto no es nada nuevo, pues a través de la historia, ha servido para definir a grupos anarquistas de finales del siglo XIX, movimientos independentistas-anticolonialistas, guerrillas de orientación política de izquierda o grupos fundamentalistas con posturas religiosas radicales.

Más allá del dolor tácito a las víctimas de los atentados, los victimarios buscan enviar, a través de los medios de comunicación, un mensaje persuasivo que invite a razonar su causa como justa. Así, un grupo como el Estado Islámico, que actúa en razón de sus ideales teológicos-, busca difundir un mensaje de miedo/aceptación por medio de videos con ejecuciones, torturas e inmolaciones en plazas públicas.

Es posible que el terrorismo sea entonces una estrategia propagandística empleada por aquellos colectivos de personas que buscan implantar sus cogniciones más allá del uso del común del lenguaje. En pocas palabras, es una acción simbólica inspirada en las posibles transformaciones ideológicas de los demás mediante la violencia.

Por otra parte, y bajo la idea del terror político, el concepto no tendría que ser sentenciado como “anti-sistema”. Efraín Ríos Montt, por citar un caso, lideró una iniciativa en los años 80 para ajusticiar selectivamente a cientos de ciudadanos y habitantes rurales guatemaltecos a quienes señalaba de indeseables por sus opiniones. La cabeza de uno de los mayores casos de desaparición forzada del continente aseguraba que su postura siempre estuvo motivada por la insubordinación de la sociedad a un ideal de nación que extirpara al comunismo como fuente de progreso.

Ahora, vale preguntarse si el papel actual de los medios de comunicación que cubren este tipo de temas termina siendo propaganda o denuncia. Proaño (1991) intenta dar una respuesta a este cuestionamiento y sostiene que:

Detrás de cada intento por parte de los gobiernos, para persuadir a la prensa a guardar silencio o de imponer medidas legales que controlen la difusión de información sobre el terrorismo, subyace la creencia que la cobertura de actos terroristas genera más terrorismo. El columnista Paul Johnson de The Spectator refiriéndose al secuestro de un avión de TWA en Beírut, subrayaba que “más importantes que las pistolas y las bombas, las armas más poderosas de un terrorista, son nuestras cámaras de televisión; y calificaba a la publicidad de los medios de comunicación como su “salvavidas” (p.96).

En 1978, Eco dijo en una entrevista para el diario EL PAÍS, que no hay terrorismo sin medios de comunicación porque de lo contrario “no se producirían estos actos destinados a ser noticia”. Esta afirmación tiene que ver con la explicación hecha por Veres en el año 2002. En ese entonces, el académico sostuvo que “para el terrorista es más importante la repercusión social de uno de sus crímenes que el significado del crimen en sí”.

Pero la discusión se hace mucho más compleja cuando se trata de información sobre vidas humanas, sobre todo cuando se intenta proteger a las personas de otros posibles ataques.

¿Será posible entonces informar de manera verídica los hechos y mitigar al mismo tiempo el ambiente de terror que genera este tipo de acciones? Sánchez (2010) reflexiona sobre este asunto y propone una postura crítica frente a las informaciones que se ofrecen a las audiencias. El autor sugiere que los medios deben “dar cuenta de una realidad que no debe ser ocultada, evitar cualquier resquicio propagandístico y crear una conciencia colectiva beligerante contra esta práctica terrorífica” (p.120).

Esta es una posición que ve en la autorregulación una forma de establecer suficientes códigos éticos para los profesionales de la comunicación, y asegura que todas las posturas editoriales tienen que ir en contra del terrorismo, algo que acabaría con la difusión publicitaria.

¿Qué hacer entonces con el terrorismo?

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Fuente: http://www.afcent.af.mil

Tampoco se debe negar que existe una intermediación de grupos específicos en la creación del discurso periodístico que han hecho que exista más de una visión sobre los hechos.Si para Rusia Today (RT), los rebeldes ucranianos luchan por la soberanía del país; en CNN dirán que son terroristas prorrusos que intentan debilitar a la Unión Europea y a toda la sociedad occidental. No obstante, casos como el de la presentadora Liz Wahl, que renunció al aire a la cadena RT, aduciendo causas “morales” que no compaginaban más con la línea editorial de la cadena rusa, abre el debate sobre los principios éticos de los expertos de la información.

Sacrificar la libertad de expresión a causa de un ideal puede ser contraproducente, por ello Aznar (2004) quiso sistematizar una serie de códigos que pueden ayudar a orientar a los periodistas, sin llegar a ser una tendencia u obligación. Para el analista, hay que tener aspectos clave como el reconocimiento de la importancia de los medios, sin evadir las responsabilidades y cuidados en su actuación; la toma de conciencia de los impactos negativos (funcionamiento inapropiado) y positivos de los medios (solucionadores); el rechazo a la censura; la crítica a un ideal de neutralidad; el refuerzo del compromiso como mediadores sociales; y la promoción de un periodismo movilizador y de servicio comunitario.

Estos son algunos elementos que los comunicadores pueden conceptualizar para tener una posición más responsable a la hora de expresar juicios y sentencias contra el terrorismo. Está en la visión de cada profesional, apropiarlos para intentar explicar la conducta del ser humano, particularmente a los que acuden a la violencia para dar a conocer sus posturas.

 

Acerca del autor

Jhonattan Sarmiento

Soy un devoto de la crónica de inmersión, la fotografía y los nuevos medios. Nunca dejo de estudiar técnicas de escritura creativa, lo que me ha llevado a crear el Blog del testarudo como laboratorio de lenguajes multimedia e interacciones a través del mundo digital.

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