Cenotafios: dispositivos fúnebres que honran la memoria de una persona fallecida en un trágico accidente de tránsito

Cenotafios y altares: apuntes sobre religiosidad en las carreteras de Colombia y América Latina

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Lo que para algunos pueden ser solo cruces, para otros son poesía. Los cenotafios son, cuando menos, una historia por contar.

“Creo que somos ciegos; ciegos que pueden ver, pero no miran”, dijo José Saramago en las últimas líneas de su aclamada obra Ensayo sobre la ceguera. La frase, tan corta como contundente y poderosa, propone una reflexión sobre la pérdida de sensibilidad a la hora de discutir ciertos fenómenos que pueden llegar a ser evidentes a simple vista, pero que tal vez, producto de la cotidianidad o de la vida acelerada de los tiempos modernos, parecieran invisibilizarse ante cientos de ojos incautos.

Algo así puede que ocurra en las carreteras de Colombia. Rutas de asfalto, piedra o barro conectan al país de las tres cordilleras. Viajar de un lado a otro es relacionarse con regiones ajenas y propias. Son muchos los motivos que inspiran a los colombianos a transitar cientos de kilómetros entre empinadas montañas, gélidos páramos, valles fotogénicos, ríos acaudalados y paisajes de todo tipo. Algunos parten hacia un rumbo distinto que les asegure mejores oportunidades para su futuro, unos más piensan en visitar a un amor lejano, o a familiares que hicieron su vida a la distancia; hay quienes recorren estos caminos por placer, y otros por necesidad.

La calzada es sinónimo de trabajo: permite transportar mercancías, personas y progreso. No importa si el recorrido toma varias horas, incluso días. La idea de llegar a buen puerto prima por sobre la comodidad. Los medios para lograrlo pueden variar. Ya sea en vehículo particular o del servicio público; sobre destartalados buses o en las populares chivas; camiones y volquetas de carga también son alternativas; en moto viajan muchos y las bicicletas no se hacen esperar; por otra parte, ir a pie igualmente es una opción que no se descarta. Siempre existirá una manera de arribar al lugar deseado cuando la voluntad de hacerlo supere cualquier adversidad.

¿Pero qué sucede cuando una tragedia vence el deseo de alcanzar esa meta? De acuerdo a la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en el 2023 fueron reportados 8.405 siniestros viales, en su mayoría fueron hombres y mujeres de entre 20 y 30 años.

Cenotafios: monumento para vencer el olvido

Altares y cenotafios de carreteras

Los accidentes de tránsito se volvieron noticia del día a día. Muchas personas han tomado carreteras en un viaje sin retorno por una tragedia imprevista que cercó su historia. Sin embargo, los parientes de las víctimas fatales se resisten a abandonarlos. Como parte de su duelo, familiares y amigos acuden a aquellos sitios donde ocurrieron los trágicos desenlaces y, mediante cruces, urnas en piedra, fotografías icónicas y dedicatorias especiales, rinden tributo a la memoria de los ausentes. Este tipo de representaciones fúnebres reciben el nombre de cenotafios.

Estas construcciones tienen un valor cultural en muchas poblaciones. Se realizan en varios países de América Latina. En Chile se les conoce como animitas; en Perú, como capillitas; en Paraguay, como crucecitas; también pueden encontrarse en Argentina, Ecuador, Venezuela, México y, por supuesto, Colombia.

¿Pero por qué lo hacen? Según explica Lautaro Ojeda Ledesma (2021), “el destino de un alma que tuvo una mala muerte es errar y penar indefinidamente en el lugar, por lo que tiene que ser respetada, venerada y cuidada” (p.51).

Alcalá (2020) escribió señaló que “su presencia no obedece a una geometría urbana   sacra   ordenada   y   delimitada   como   los   humilladeros.   Se   pueden encontrar en bordes, senderos, nodos, barrios, en cualquier lugar en el que la maldad   se   haya   revelado   bajo   la   forma   de   la   muerte” (p.14). 

Por otra parte, Federico Medina Cano (2022), en su texto Caminos, Encrucijadas y Divinidades Protectoras. Altares a la Virgen del Carmen en Antioquia aclara que estos dispositivos no son tumbas ni pretenden serlo. No contienen restos de cuerpos y su valor es netamente simbólico:

“Son montículos de piedras o de cemento de dos o tres niveles que llevan en la parte superior una cruz en la que está escrito el nombre de la persona, la fecha de nacimiento y muerte. Unos son muy básicos y otros muy elaborados; unos son cruces desnudas, otros son nichos en forma de casa (protegidas con rejas metálicas). Su estética es muy variada y no sigue unos códigos muy precisos” (Medina, 2022, s.p).

De acuerdo a Medina (2022), las creaciones combinan elementos sagrados y profanos, dado que se integran al paisaje con adornos bien cuidados, flores de múltiples colores, objetos que se identifican con la personalidad del ser querido e imágenes devocionales a las cuales el inmolado se encomendaba.  

  • Altares y cenotafios de carreteras
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A diferencia de México, donde este ritual incluye muertes violentas ajenas a la movilidad (asesinatos, por ejemplo), en Venezuela se guarda con recelo la tradición de realizarlo “en el lugar exacto donde la persona falleció y se hará sólo en los casos de muertes trágicas, inesperadas, producto de arrollamiento de un peatón, un ciclista o de choques de vehículos. Los mismos familiares de las víctimas cuentan de otros miembros de la familia que han muerto en forma violenta (acuchillados o de disparos), a quienes no se les construyen capillitas. En cierto modo, pues, los monumentos en cuestión están vinculados a la carretera y son expresión de la muerte que, inesperadamente, sobreviene por accidente de tránsito” (Djukick de Nery & Finol, s.f) .

¿Y qué sucede con las tumbas de los cementerios? ¿Alguna se sobrepone por sobre la otra? ¿O pueden conjugarse ambas manifestaciones para la etapa del duelo? Sousa (2021) resuelve que “El lugar de la muerte y el lugar del cuerpo son relevantes para el ritual funerario cuando es necesario mantener el cuidado de estos lugares para que estos muertos no parezcan abandonados u olvidados”. No obstante, algunos cenotafios se los devoran la maleza, la humedad y el sol. Con el tiempo, están condenados a desaparecer, no solamente producto de la fuerza indetenible de la naturaleza sino también por el abandono.

Más allá del valor alegórico, los cenotafios esconde un propósito personal y una advertencia

Altares y cenotafios de carreteras

Huerta Gaytán et al. (2017), publicaron desde el Centro Universitario de Los Altos de la Universidad de Guadalajara una investigación basada en experiencias íntimas y diálogos con autoridades religiosas para comprender el porqué de la cimentación de dichas creaciones.  

Según los autores, los familiares emplean cruces por varias razones, principalmente para representar el lugar donde quedó la persona y frecuentarlo en ocasiones especiales, como cumpleaños o aniversarios. En esas ocasiones les llevan flores, pintan o arreglan las estructuras.

Pero también constituyen una señal de alerta, un aviso de peligro, un llamado a la precaución en la carretera para crear conciencia sobre la posibilidad de encontrar una muerte inadvertida. También es el reflejo de la identidad católica de las comunidades que profesan su fe en la voluntad cristiana.

Lecciones por aprender con los cenotafios

Como si se tratase de reseñar implícitamente a Saramago, Huerta Gaytán et al. (2017) sostienen que “tanto los conductores como pasajeros o acompañantes no advierten, no observan, no escuchan los ´gritos´ del camino que surgen de las muy variadas cruces, cuantiosos montículos y numerosas capillitas, colocadas en ambos lados de las carreteras” (p.2).  Pareciera que los cenotafios solo son percibidos por sus dolientes cercanos. Para el resto de la población podrían ser una roca más, una planta más, un elemento decorativo del paisaje arraigado a las vías de Colombia. Olvidan aquellas personas que reflexionar sobre ellos es un acercamiento a la forma de afrontar una pérdida imprevista, una despedida no deseada, un epílogo que terminó como no debía.

Sobre este particular, De La Cruz Villanueva (2023), docente de la Universidad Ricardo Palma de Perú, asegura que en estas expresiones socioculturales:

“se plasma el dolor de una pérdida, la esperanza del descanso eterno y una advertencia del peligro en ese punto de la carretera (…) constituyéndose en todo un recordatorio constante de los riesgos, imprudencia y temeridad en nuestras vías de acceso (…) son marcas que, simbolizan el fin de una vida en forma súbita y por lo tanto elaboraciones que debemos cuidar, pues son una muestra del actuar ante la muerte en nuestra sociedad, receptáculos de memoria que se reelaboran en el tiempo, amenazadas por la expansión urbana, imprudencia, descuido y olvido” (s.p). 

Reconocer el papel de la religiosidad de estos objetos para dar frente a la muerte es una manera de comprender cómo alguien puede superar una pérdida inesperada. El primer paso para ello, como sociedad, es notar su presencia, saber que existen. Comprender, que más allá de las formas, simbolizan una vida, una historia que se niega a desaparecer.

Una mirada desde lo local

Por curiosidad periodística, desde hace siete años me interesé por identificar los cenotafios de mi territorio. En 2023 se reportaron 288 siniestros viales en Norte de Santander, departamento del cual soy originario. Desde el año 2016 recorrí varios de sus municipios en búsqueda de dichos monumentos y altares religiosos que manifiestan la devoción de cientos de fieles que rinden tributo a sus amigos y familiares en los lugares exactos de la carretera donde fueron vistos con vida por última vez.

Estos son algunos retratos obtenidos durante esos recorridos

Referencias

Alcalá, F. G. (2020). En la senda de las tinieblas: humilladeros y cenotafios religiosos frente a la maldad en la ciudad. Sociedad Y religión, 30(54). Recuperado a partir de https://ojs.ceil-conicet.gov.ar/index.php/sociedadyreligion/article/view/717

Cano, F. M. (2022). CAMINOS, ENCRUCIJADAS Y DIVINIDADES PROTECTORAS. ALTARES A LA VIRGEN DEL CARMEN EN ANTIOQUIA. Cronopio Leyendo la Urbe. Edición 95. Recuperado de: https://revistacronopio.com/caminos-encrucijadas-y-divinidades-protectoras-altares-a-la-virgen-del-carmen-en-antioquia-federico-medina-cano/

De la Cruz Villanueva, C. A. (2023). Recuerdo y muerte en las carreteras del Perú. Observación histórica a los cenotafios en la Panamericana Norte entre Lima y Trujillo 2021. Revista Paginas, 15(39). http://revistapaginas.unr.edu.ar/index.php/RevPaginas

Djukick de Nery, D., & Finol, J. F. (s.f) Antropología de la Muerte. monumentos funerarios en carreteras venezolanas. Heterogénesis, Revista de artes visuales. Recuperado de: https://www.heterogenesis.com/Heterogenesis-2/Textos/hcas/h25/capillitas.html

Huerta Gaytán, P., Vital Hernández, M. D. R., Juárez Martínez, A., & Mora García, O. (2017). Manifestaciones culturales de religiosidad popular. Significados de cruces, capillitas y montículos en carreteras de la región Altos Sur de Jalisco, México. Recuperado de: http://www.eumed.net/rev/atlante/2017/12/manifestaciones-culturales.html

Ojeda Ledesma. G. L. (2013). Animitas: apropiación urbana de una práctica mortuoria ciudadana e informal. Nueva antropología, 26(79), 99-121. Recuperado en 02 de febrero de 2024, de https://www.scielo.org.mx/pdf/na/v26n79/v26n79a4.pdf

Sousa, P. J. (2021). Las cruces en las carreteras: un ejemplo de relación con la muerte. PAI. Revista de etnografía 12(2021-2) – Lo invisible es cotidiano. Recuperado de: https://pairevistaetnografia.wordpress.com/numeros-anteriores/122021-2-lo-invisible-es-cotidiano/las-cruces-en-las-carreteras-un-ejemplo-de-relacion-con-la-muerte/

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Acerca del autor

Jhonattan Sarmiento

Soy un devoto de la crónica de inmersión, la fotografía y los nuevos medios. Nunca dejo de estudiar técnicas de escritura creativa, lo que me ha llevado a crear el Blog del testarudo como laboratorio de lenguajes multimedia e interacciones a través del mundo digital.

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